Hay muchos aspectos que señalar cuando examinamos cómo afectan las distintas propiedades de los reactivos a la velocidad de una reacción.
En el transcurso de las reacciones químicas, los enlaces se rompen y se forman otros nuevos. La naturaleza de estos enlaces -y la facilidad con que se rompen y forman- tienen un papel fundamental en la velocidad de una reacción. Si la reacción implica intercambio de electrones (lo que ocurre en las llamadas reacciones redox), las reacciones tienden a ser muy rápidas.
También son muy rápidas las reacciones que implican un intercambio de iones en disolución. Por ejemplo, la formación de un precipitado verde azulado cuando hacemos reaccionar en disolución sulfato de cobre y una base transcurre muy rápidamente:
2NH3+2SO42-(ac)+2Cu2+(ac)+2H2O → ↓Cu2(OH)2SO4(s)+SO42-(ac)+2NH4+(ac)
Sin embargo, las reacciones en las que intervienen sólidos suelen ser lentas. Por ejemplo, la reacción entre un bloque de carbonato de calcio (sólido) y un ácido:
CaCO3(s) + HCl(ac) → ↑ CO2(g) + CaCl2 + H2O(l)