En
la búsqueda de una formación competencial del alumnado la Ley Orgánica
de
Educación (LOE) refleja la necesidad del
incorporar las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC)
en los
procesos educativos mediante una actuación global que ha de contemplar
el
trabajo cotidiano con estas tecnologías en todas las áreas. En
particular, en
el Real Decreto 1631/2006 por
el que se establecen las enseñanzas mínimas correspondientes a la
Educación Secundaria,
las pautas metodológicas y de desarrollo curricular recogen el
necesario uso de
las TIC en todas las materias contempladas en esta etapa.
Y en el ámbito de las matemáticas especifica:
“En la construcción del conocimiento, los medios tecnológicos son
herramientas esenciales para enseñar, aprender y en definitiva, para
hacer
matemáticas. Estos instrumentos permiten concentrase en la toma de
decisiones, la
reflexión, el razonamiento y la resolución de problemas. En este
sentido, la
calculadora y las herramientas informáticas son hoy dispositivos
comúnmente
usados en la vida cotidiana, por tanto el trabajo de esta materia en el
aula
debería reflejar tal realidad”.
El
desarrollo de estas directrices requiere una formación técnica y
metodológica
del profesorado tanto en las TIC, en sí, como en su uso didáctico en el
aula. Por
ello han sido y siguen siendo numerosas las acciones formativas
promovidas por
las administraciones con este fin. Pero una enseñanza con TIC necesita
también de
la disponibilidad de recursos, de materiales educativos que hagan uso
del
potencial pedagógico y formativo intrínseco de estas herramientas. Una
necesidad en la que el profesorado, en general, también demanda contar
con el
apoyo de las
administraciones educativas y éstas, según se especifica en la LOE,
“han de
contribuir al desarrollo del currículo favoreciendo la elaboración de
materiales didácticos que atiendan las diferentes necesidades del
alumnado y
del profesorado”. La
disponibilidad de bancos de recursos TIC
se constata como un elemento imprescindible para que en la labor de
implementación didáctica de las TIC el profesorado juegue esencialmente
su
papel docente, seleccionando, organizando, secuenciando y programando
los
recursos y las actividades adecuadas a las necesidades formativas de su
alumnado, acordes a su contexto, y evitando que tenga que asumir tareas
técnicas-informáticas ajenas al fin educativo que tiene encomendado.
Pero a
pesar de ello, en la realidad de este proceso, lo que suele acontecer
es que el profesorado detecta una
minoración de su rol docente como consecuencia de una amplificación
indeseada
de esas labores técnico-informáticas y ello suele conllevar y provocar
cierto
rechazo a la tecnología, determinada resistencia a abordar el necesario
cambio
y por tanto se produce una lentitud en la implementación y uso
extendido de las
TIC. Pero la causa no radica en una falta de formación tecnológica del
profesorado sino más bien es consecuencia de que la tecnología se
muestra
excesivamente visible y su uso entorpece u oculta la labor docente, que
es el
objeto y fin del proceso educativo, provocando la inversión de un
tiempo y
trabajo adicional del que usualmente no se dispone o no se contabiliza
en la
tarea educativa encomendada.
Consideramos que una tecnología queda incorporada en un proceso, y no es rechazada, cuando su introducción contempla mecanismos que facilitan el trabajo de los profesionales que ha de hacer uso de ella y cuando no distrae la atención o sustrae tiempos que suelen ser escasos en el contexto social o ámbito de aplicación. Así pues, una acción que puede facilitar la introducción de las TIC en el aula puede ejercerse planteando la aportación al profesorado de un recurso habitual en su trabajo diario, un medio que en general se ha configurado casi como imprescindible en su tarea, pero con un cambio de soporte. Obviamente nos estamos refiriendo al libro buscando pasar del papel a un soporte digital, pero no limitándonos al cambio de soporte en sí, es decir, a una mera digitalización −como podría ser un burdo escaneo−, sino alstyle="width: 650px; height: 354px;" diseño de un libro digital que incorpore y haga suyos atributos propiamente TIC como la interactividad, integración de recursos audiovisuales y de códigos, registro de la información, capacidad de simulación, etc. Así pues la disponibilidad de un recurso que es afín y usual para el profesorado y que por tanto entendemos puede introducirse en el aula de manera sencilla y cómoda −así lo hemos experimentado−, facilita la introducción de las TIC a través de un uso integrado y natural de la tecnología, promoviendo la deseada “invisibilidad tecnológica”. Inicialmente, quizás, sólo se use como un recurso o medio más consuetudinario, pero entendemos que ello conducirá inevitablemente a un replanteamiento metodológico más acorde y consustancial a éste medio. Y en este contexto, aunque como indicaremos coyunturalmente surgiendo en el entorno de la formación a distancia, se desarrolla el denominado Proyecto ED@D (Educación Digital con Descartes) que confluye y focaliza su actuación en la conformación de un recubrimiento curricular de la Educación Secundaria Obligatoria con materiales digitales interactivos que sienten las bases y muestren modelos de libros digitales en los que se haga uso y se promueva un proceso de enseñanza y aprendizaje con y desde las TIC.