971 Ya, como recordará vuestra reverencia, nuestra alegría se turbó muy pronto con las cosas de los dos padres, porque, ¿cómo había de dejar el demonio de hacer su agosto entonces? Lo demás de aquella época ya lo dirá la historia de la misión del Sarare. En cuanto a mí debo decir, que el llegar de los tunebos me daba cada día más aliento y que mientras las dificultades de la fundación, mi alma sentía descanso. Capítulo LVI. Feliz llegada al Sarare