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CAPÍTULO XXXIII
- PRÓSPERO JUMÍ, EL DESVELORIADO - ENCUENTRO CON LA
TRINIDAD BEATÍSIMA - GUSTAD Y VED - MARÍA ES LA SONRISA
DE LA VIDA -DIFICULTADES CON LOS PADRES CARMELITAS - LOS
INDIOS DE CHUZÁ - EL PASO DE LA GARRUCHA - PRIMERA VISITA
A LA CASA DE LOS INDIOS - EL MARTIRIO DA ALIVIO
"Queden confusos y avergonzados los que buscan mi alma.
Vuélvanse atrás y sean confundidos y avergonzados los que
piensan males contra mí". (Sal. 34,4)
Próspero Jumí, el desveloriado
Desde este primer año tuvimos bautismos de adultos, no pocos, y cris-
tianos nuevos y fervorosos, así como también engaños no pequeños. Siem-
pre el Señor nos sacó de ellos con misericordia grande, como todo lo suyo.
Citaré uno de los primeros engaños que pudo tener trascendencia grande,
y además lo referiré en atención a la consigna de no omitir ninguna de las
gracias que Dios especialmente ha concedido al instrumento primero de
su obra.
Próspero Jumí, indio dócil y adicto a nosotras desde el principio, era
hijo de una vieja a quien juzgamos siempre endemoniada por todas las
apariencias; era una verdadera bruja. Desde que llegamos se le preguntó si
su hijo Próspero estaba bautizado y contestó con mala gana y rabia, como
siempre, que todos sus hijos eran bautizados desde chiquiticos, por Jesubita.
(Nunca logramos saber quién era ese Jesubita, que algunos poquísimos
recordaban. Suponemos que el reverendo padre Fouller quien estuvo un
tiempo en Dabeiba y se afanó mucho por los indios, sin que hubiera conse-
guido que se le acercaran).
Preguntamos a los indios más viejos y todos declaraban que los hijos
de Maximiliana, así la llamaban, estaban bautizados. Llegamos, pues, a no
dudar de que Próspero hubiera recibido el sacramento y nos empeñamos
en instruirlo para que pudiera recibir los demás y entrar de lleno a cumplir
la Ley de Dios. Indio de condición suave y dócil, tenía una compañera
menos suave que él y un pequeñito. Total, tres almas que contábamos como
ya en camino de salvación.