412 Además, hacía muchos días, que me suplicaba que la llevara, una seño- rita a quien conocía hacía muchos años; pero era de esas piadosas que saben de más en asuntos de piedad y de esas devotas trabajosas en el seno de la familia. Le tenía miedo y por eso la había rechazado mucho, pero ella insistía. Se confesaba con el mismo sacerdote que yo, y me resolví a con- sultarle mis dudas respecto a ella y me dijo, que estaba muy buena; le repuse exponiéndole lo que temía y me dijo: No, yo se la garantizo. Por estas palabras le dije que sí y entró pues en el número, definitiva- mente. Preparativos de viaje La casa mía se veía ya en el vaivén de un viaje, desde hacía más de quince días porque como habíamos de vestir un hábito religioso, según disposiciones del primero que me permitió mover el asunto de catequización de indios, y el mismo señor Crespo lo había dispuesto, todas se reunieron a fabricar aquel ajuar. Era gracioso el movimiento y sobre todo la medida del hábito, porque la curiosidad de las niñas de la escuela, hacía de cada medida una fiesta. El hábito consistía en una túnica blanca ceñida a la cintura con una faja azul; una esclavina azul, un gorro blanco, con botones azules. La túnica llevaba un zócalo también azul. El afán de llevar los colores de la Virgen y de poner un vestido atrayente para los indios, y no estorboso para los mon- tes, nos hizo ponerlo así; pero ya se sabe, a cuántos cambios ha habido que recurrir. Conseguí auxilio en la Gobernación Para asegurar cuanto fuera posible el modo de vivir en Dabeiba, resolví presentarme en la gobernación a pedir una escuela en la población. Me dijeron que la de niñas tenía maestra, a la que no podían deponer y que la de niños hacía mucho tiempo que no la había, por falta de niños. Con esa cara despejada que usaba para cuanto se relacionara con la obra,les dije: - Pues ésa es la que deben darme. - ¿Cómo, replicaron, sin haber niños? - Sí, les dije con descaro. Capítulo XXVI. Preparativos del viaje - Conseguí auxilio en la Gobernación