241 Emprendí la tarea, exigiéndole a Eva Castro que, escondido de su mari- do, me diera una carta en la que hiciera constar mi inocencia. Como ella, nada había vuelto a saber de mí, porque su marido y demás, la tenían como privada de todo lo que pudiera darle indicios de mi situación, la sorpren- dió tanto mi petición, que sin pensar en lo que hacía, me envió la carta que necesitaba. Después le mandé pedir la misma respuesta, ya con permiso de su marido, y éste, se lo negó, encargándose él de responderme, como lo hizo en los términos que pueden verse en mi defensa. Con la ayuda de don Tomás Carrasquilla, un literato amigo del doctor Castro y mío también, escribí la defensa con el título de: "Carta abierta al doctor Alfonso Cas- tro" 39 . Se publicó el folleto costeado por los padres de familia, de que hablé antes y toda la ganancia, me la dejaron estos buenos señores. El efecto de la defensa fue magnífico. De todas las capitales de la repú- blica, me llegaron cartas de felicitación. De Cartagena me llegó, de parte del señor Brioschi una hermosa y consoladora carta, unida a una suma de dinero diciéndome que era para resarcirme en parte, de las escaseces que me habían proporcionado mis enemigos. Es de advertir que ni me conocía el señor Brioschi, ni yo le había conocido nunca. Ya ve, Padre, lo que son las cosas de Dios, cómo tiene nuestro socorro en donde no lo sospechamos siquiera. Hasta versos me hicieron entonces. En uno, de varios que me mandaron y también en algunas cartas de personajes de Bogotá, que jamás he cono- cido, se me anunciaban triunfos para el futuro y decían de algo que Dios se proponía al probarme. ¡Me asusto ahora de la intuición que las gentes de talento tienen de los caminos de Dios! De Medellín recibí pocas manifestaciones, sin duda, porque respetaban la situación en que había quedado la familia de Castro, cosa que yo tam- bién deploraba, porque hubiera querido que ellos no recibieran perjuicio. Pero no tuve remedio. Los intereses de Dios van por encima de todo. Sin embargo, los amigos fueron apareciendo poco a poco y muy pronto me hablaron para dar unas clases a domicilio, lo cual acepté por consejo de quienes me dirigían. 39 La "Carta abierta" fue publicada el 4 de julio de 1906 Capítulo XV. Me ordenan reivindicarme