1066 Salen para Antioquia las postulantes Después de esto, las postulantes en varias tandas, fueron saliendo para Antioquia, ocultamente por supuesto, porque aunque la casa generalicia tenía todo derecho a las profesas y postulantas, nos pareció mejor sacar el personal así, con prudencia y de modo que no se prestara a una nueva lucha. De las novicias hasta entonces, no sacamos ni una, por respeto a las órdenes y derechos que ignorantemente le concedíamos al excelentísimo señor Builes, y digo, que ignorantemente, porque el noviciado tampoco tenía constancia de erección canónica, sino simplemente una promesa de erigirlo, dada por el excelentísimo señor Builes cuando aún no había to- mado posesión de la diócesis. Este documento, por consiguiente, no tenía fuerza canónica, pero la mala y equivocada información que yo misma le di al señor Toro y al reverendo padre Elorza, nos hicieron respetar hasta lo sumo, el noviciado. Cada hermana que iba profesando, iba a Antioquia y como al fin nada nos obligaba a recibir postulantas, este procedimiento haría morir el noviciado, pero moría en manos de su ordinario y sin que nosotras quebrantáramos en lo más mínimo los cánones. Con motivo de todas estas cosas y permisos para profesiones, me dirigí varias veces al señor Builes, siempre en demanda de paz, pero nunca reci- bí más respuesta que amenazas. Pero lo que provocó más la paciencia de él, fue que le puse un telegra- ma en estos términos a ver si impedía nuevas cosas en el noviciado: "Por las faltas de las novicias le pido humildemente perdón y le suplico quejar- se de las mías a mi ordinario". Yo creí que este telegrama sería muy bené- fico, pero no, al contrario, le llevó a la convicción de que la casa generalicia ya estaba erigida en Antioquia, cosa que seguramente, el dudaba todavía y lo llamó el telegrama negro. Después de éste fue precisamente que envió a pedir la firma, según acabo de referir, seguramente porque estando las de San Pedro en sus manos y yo tan definitivamente separada de la diócesis, creyó que obteniendo una firma de obediencia y adhesión, ya ese noviciado quedaba suyo y le serviría a maravilla para su intento de fundación nueva y de mezcolanza. Y esto hubiera salido así, a no haber estado tan unidas moralmente al tron- co, esas ramitas. Bendito sea mi Dios que se mostraron admirables en su energía. Capítulo LXI. Salen para Antioquia las postulantes