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Salen para Antioquia las postulantes
Después de esto, las postulantes en varias tandas, fueron saliendo para
Antioquia, ocultamente por supuesto, porque aunque la casa generalicia
tenía todo derecho a las profesas y postulantas, nos pareció mejor sacar el
personal así, con prudencia y de modo que no se prestara a una nueva
lucha. De las novicias hasta entonces, no sacamos ni una, por respeto a las
órdenes y derechos que ignorantemente le concedíamos al excelentísimo
señor Builes, y digo, que ignorantemente, porque el noviciado tampoco
tenía constancia de erección canónica, sino simplemente una promesa de
erigirlo, dada por el excelentísimo señor Builes cuando aún no había to-
mado posesión de la diócesis. Este documento, por consiguiente, no tenía
fuerza canónica, pero la mala y equivocada información que yo misma le
di al señor Toro y al reverendo padre Elorza, nos hicieron respetar hasta lo
sumo, el noviciado. Cada hermana que iba profesando, iba a Antioquia y
como al fin nada nos obligaba a recibir postulantas, este procedimiento
haría morir el noviciado, pero moría en manos de su ordinario y sin que
nosotras quebrantáramos en lo más mínimo los cánones.
Con motivo de todas estas cosas y permisos para profesiones, me dirigí
varias veces al señor Builes, siempre en demanda de paz, pero nunca reci-
bí más respuesta que amenazas.
Pero lo que provocó más la paciencia de él, fue que le puse un telegra-
ma en estos términos a ver si impedía nuevas cosas en el noviciado: "Por
las faltas de las novicias le pido humildemente perdón y le suplico quejar-
se de las mías a mi ordinario". Yo creí que este telegrama sería muy bené-
fico, pero no, al contrario, le llevó a la convicción de que la casa generalicia
ya estaba erigida en Antioquia, cosa que seguramente, el dudaba todavía y
lo llamó el telegrama negro.
Después de éste fue precisamente que envió a pedir la firma, según
acabo de referir, seguramente porque estando las de San Pedro en sus manos
y yo tan definitivamente separada de la diócesis, creyó que obteniendo
una firma de obediencia y adhesión, ya ese noviciado quedaba suyo y le
serviría a maravilla para su intento de fundación nueva y de mezcolanza.
Y esto hubiera salido así, a no haber estado tan unidas moralmente al tron-
co, esas ramitas. Bendito sea mi Dios que se mostraron admirables en su
energía.
Capítulo LXI. Salen para Antioquia las postulantes