745 - Entonces, madrecita, ¿ usted por qué no nos dice la misa? - Porque no puedo, porque soy mujer, le contesté y las mujeres no somos sacerdotes que son los únicos que pueden decir misa. - Pues era mejor la misa suya, me contestó. Y dejé la cosa, porque no le vi objeto en persuadirlo de lo contrario, por lo pronto. Pobre el señor Hilario, decíamos; pero hoy, padre, ya es un bienaventu- rado que al morir, ya cristiano completo, después de recibir todos los sa- cramentos, fueron a proponerle el nombramiento de sucesor y dijo: - No, ya no se necesita, la religión verdadera la tienen las hermanitas y ellas los salvan. ¿Para qué más? Llamó a las hermanas y les entregó las llaves de la iglesia y cuantas cosas relativas al culto manejaba y guardaba muy discretamente. Esto fue casi dos años después de haber entrado la Misión allí. Ya ve, padre, si verdaderamente ha hecho cosas grandes con nuestra pequeñez, El que es Todopoderoso. Entre los indios está la historia de Zorrito, que prueba lo mucho que ha bendecido Dios nuestro trabajo y que, además, no anduvo desacertado el señor arzobispo en mandarme a Uré como me mandó. ¡Todavía, padre, se resiste mi alma a creer que aquello fue muy bueno y tengo que reflexionar en las cosas, para concluir, como concluyo, con que fue bueno! ¡Pero tan poco dócil fui que si Dios no me ha alumbrado sobrenaturalmente, no lo había hecho! La misión se estableció en Uré con una misericordia grandísima. El sacerdote no fue sino al año largo a estarse unos quince días. Encontró ya cristianismo verdadero y después ya siguieron entrando con un poco de más frecuencia, hasta que ya han tenido sacerdote constante. Cuando fui tres años después, pude contemplar lo más bello del mundo: ¡Al padre Patricio repartiendo copón de hostias cada día y un pueblo de quizás, tres mil paganos hecho cristiano de una pieza! Entonces, sí que bendije "La ley del Señor es inmaculada.....", ¡Dios mío! ¡Qué caminos tan misteriosos tienes para salvar las almas, cómo iluminas a los que nos rigen! Capítulo XLIV. El viejo Hilario