1162 Nadie usa los autos sino para fuera de Lourdes; dentro, todos a pie, ricos y pobres, por espíritu de sencillez y penitencia. Sólo alguna que otra perso- na inhábil y que no ha conseguido carrito de manos lo usa, pero apenas se ve aquello. Los enfermos le dan solemnidad especial a las funciones; aquella playa del Gave, ancha y larga como una plaza, está durante las funciones com- pletamente repleta de camillas y carros con enfermos, algunos de los cua- les casi agonizan ya, pues no es raro el caso de que expiren a los pies de la Virgen. ¡Muerte feliz! Otros tan deformes que parece imposible que vi- van; en fin, es aquello un muestrario de miserias humanas que se ponen a los pies de María en medio de la multitud de peregrinos que los miran con fraternidad sin igual. Por donde quiera se cruzan caballeros con gruesas correas pendientes al cuello; son señores principales que se han impuesto el deber de cargar a los enfermos. El sudor los inunda, pero ni lo enjugan porque sus brazos están entregados a la dulce tarea. No saben siquiera la nacionalidad a que pertenece el enfermo que llevan; saben sólo que es un hermano que le presentan a su Madre y eso les basta. ¡Oh caridad, Lourdes querida! Puesto que no he de describirlo todo, sólo diré de las piscinas. ¡Cerca de ellas los enfermos esperan turno; centenares de personas los rodean y uno o varios sacerdotes gritan oraciones de súplica que traspasan el alma! El pueblo responde: ¡María, cura los enfermos! ¡María, salud de nuestras almas, óyenos! etc., pero esto con una unción tal que hace caer las lágri- mas de los ojos. Pasado un rato se cambia el sacerdote y el auditorio por el de otra lengua y luego los de otra; así se pasa la mañana, mientras los enfermos entran a las piscinas. Decir lo que es la procesión con la Divina Majestad por la plaza de la basílica y toda la avenida del Gave, y las plegarias que sacerdotes arrodi- llados, con los brazos en cruz, gritan y que estremecen moviendo las fi- bras más delicadas del corazón, en el momento de pasar el Santísimo Sa- cramento por delante de los diversos grupos de enfermos, ¡será cosa im- posible! ¡En fin, es necesario ir a Lourdes para saber lo que es Lourdes! ¡E ir a Lourdes para saber lo que puede el amor a María! ¡Lo que Ella es allí! Lo que hice en Lourdes Ahora, concretándome a la obediencia que está en decir lo que hice en Lourdes, diré que entré una vez a la piscina y, como había de tener allí mi Capítulo LXVII. Lo que hice en Lourdes