1111 Excelentísimo señor Crespo, arzobispo de Popayán Excelentísimo señor arzobispo de Cartagena, quien antes tuvo casa y convenía su recomendación. Excelentísimo señor Toro, obispo de Jericó y Antioquia. Excelentísimo señor Guiot, vicario de los Llanos de San Martín. Excelentísimo señor Afanador, obispo de Nueva Pamplona Reverendísimo padre Currea, prefecto apostólico del Magdalena Reverendísimo señor Lardizábal, prefecto apostólico del San Jorge Ni pensar en pedirle comendaticia al excelentísimo señor Builes por la casa de Cáceres porque no la daría o la daría muy mala. Total que al hacer la relación de la Congregación se puso solamente que había una casa en Cáceres, pero que no se hacía caso de ella porque estaba para levantarse tan pronto como el señor obispo diera la licencia. Verdaderamente, en esa condición ha estado esa casa desde 1928. Se hizo la relación que fue aprobada por el excelentísimo señor Toro y como las normas no indicaban que no se pidiera nada a la nunciatura, lo cual era muy corriente por tratarse de una comunidad de derecho diocesano y conociendo que él, el señor nuncio no se había prestado a conocer los asuntos de la Congregación, como verbalmente se lo manifestó a vuestra reverencia, doctor Elorza, no se pensó de ningún modo en tocar con él. Total pues, que ni había ley que lo indicara siquiera, ni creímos fácil que diera una buena recomendación por falta de conocimiento exacto de la Congregación, pues lo que conocía lo conocía por los enemigos de ella. Después de dos meses de un trabajo abrumador, en el arreglo de todas las cosas, en el cual nos ocupábamos de la mañana a la noche, las herma- nas María San Juan, novicia aún y la postulante María Escobar como dac- tilógrafas y esta servidora. Al cabo de los dos meses logramos terminar los trabajos y demás documentos a los cuales agregó el ilustrísimo señor Toro cartas para los eminentísimos cardenales prefectos de las sagradas con- gregaciones de la propaganda y de la de religiosos. El consejo designó las hermanas que debían acompañarme y que, a pesar de volverse muy costoso, debían ser dos, debido a lo inhábil de mi pobre humanidad. Designaron a la hermana María de Lisieux por ser pru- Capítulo LXV. Viaje a Roma