CONCLUSIÓN Cada dueño transfiere la moneda al próximo propietario al firmar digitalmente un hash de la transacción previa y la clave pública del próximo dueño y agregando estos al final de la moneda. El beneficiario del pago puede comprobar las firmas para verificar la cadena de propiedad. El problema por supuesto está en que el beneficiario no puede verificar si alguno de los dueños previos no realizó un doble gasto de la moneda. La solución común es introducir una autoridad central confiable, o casa de la moneda, que revisa si cada transacción tiene doble gasto o no. Después de cada transacción, la moneda debe ser devuelta a la entidad para generar una nueva moneda, de modo que solo las monedas generadas directamente por esta institución son en las que se confía de no tener doble-gasto. El problema con esta solución es que, el destino del sistema monetario entero depende de la compañía que gestiona la casa de la moneda, con todas las transacciones teniendo que pasar por ellos, tal y como actuaría un banco. Necesitamos una forma para que el beneficiario de la transacción pueda saber que los dueños previos no firmaron ninguna transacción anterior. Para nuestros propósitos, la primera transacción es la que cuenta, así que no nos importarán otros intentos de doble gasto posteriores. La única forma de 323