El arte Rococó se desarrolló en Francia a principios del siglo XVIII, caracterizándose por su decorativismo exuberante y la expresión de alegría y ligereza en contraste con el barroco.
Este estilo se distingue por el uso abundante de curvas, colores pastel, formas asimétricas y detalles ornamentales inspirados en la naturaleza como conchas, hojas y flores.
En arquitectura, el Rococó se manifiesta en interiores opulentos con paredes decoradas, techos pintados y muebles lujosamente diseñados. Ejemplos notables incluyen el Palacio de Versalles y la Residencia de Würzburg.
La pintura rococó es conocida por su elegancia y temas frívolos. Presenta escenas idílicas, amorosas y mitológicas con colores suaves y una atención meticulosa al detalle.
Antoine Watteau es considerado uno de los pioneros del Rococó. Sus obras capturan la vida cotidiana y la frivolidad de la época, como se puede ver en 'Embarque para Citera'.
François Boucher fue un maestro del estilo Rococó, conocido por sus composiciones pastorales y escenas mitológicas. Su influencia se extendió incluso a la decoración de interiores y diseño de textiles.
Fragonard es célebre por sus pinturas que capturan la esencia del Rococó con escenas de romance y ocio. Obras como 'El columpio' reflejan la delicadeza y encanto del estilo.
El arte Rococó dejó un legado duradero en la decoración interior y las artes visuales, influyendo en movimientos subsecuentes y marcando una época de cambio cultural hacia la modernidad.