En las aguas azules y tranquilas, un delfín joven recorre la superficie con movimientos suaves, estudiando cada burbuja y cada reflejo. Su presencia inspira curiosidad en los buzos y en los peces pequeños que deslizan entre las rocas. Con agilidad sorprendente, gira, salta y desciende con un giro preciso, demostrando una comprensión del entorno que parece musical. En su mirada hay inteligencia y memoria, capaz de reconocer rutas, compartir alimento y acompañar a miembros de su grupo durante largas jornadas. Bajo la luna, la costa ilumina cuando la manada aprovecha las corrientes para buscar alimento, esquivar corrientes adversas y cuidar a crías con delicadeza y paciencia en un ballet acuático invita a la escucha.