4. Las centrales eléctricas

Térmicas convencionales

La energía de origen térmico, quemando carbón, derivados del petróleo o gases, es responsable del 55 al 60% de nuestra energía eléctrica.

Las centrales térmicas tienen la ventaja de poder producir grandes cantidades de energía en una instalación mucho más pequeña que la presa de una central hidroeléctrica. Además podemos ajustar esa energía a las necesidades sin dependencia de factores climáticos.
Su inconveniente es que no es una energía renovable (el combustible quemado no puede ser recuperado). Además, tampoco es una energía limpia, sus residuos son altamente contaminantes y el dióxido de carbono que se produce en la combustión contribuye al calentamiento global del planeta.


Las centrales térmicas transforman la energía química del combustible en energía eléctrica.

En la caldera se quema el combustible que hace hervir el agua en los calentadores. El vapor de esta agua empuja las turbinas, después se condensa y se enfría en la torre de refrigeración. Las turbinas, a su vez, ponen en marcha el generador. Un sistema de transformadores transporta la energía eléctrica a la red. Los restos de la combustión se expulsan por la chimenea de residuos.