En casi todos los países del mundo la mitad de la energía primaria se consume mediante su transformación en energía eléctrica.
El consumo energético por habitante se obtiene dividiendo el consumo total de energía de un país por su número de habitantes suponiendo que todos los habitantes consumen lo mismo.
Aunque esto no es del todo cierto, ya que no todos los habitantes de un mismo país consumen lo mismo, este dato nos permite hacer comparaciones globales acerca de cuánto se consume en cada país.
Imaginemos que un país desarrollado se consume al año un promedio 14.000 KWh por habitante.
Si un año tiene aproximadamente 8.760 horas y todo el consumo eléctrico de esos habitantes se reduce al empleo de una bombilla de 1,5 Kw,
esta bombilla podría estar encendida las 24 h del día.
Sin embargo, en un país, con el mismo número de habitantes pero menos desarrollado que el anterior,
consume al año un promedio de 1.400 kwh por habitante. Estos habitantes podrían hacer lo mismo que los
anteriores apenas unos 50 días al año.
O bien pensar que sólo unos pocos habitantes podrían mantener la bombilla encendida permanentemente todos los días del año,
mientras que el resto la dejarían apagada.
En otro país donde la calidad de vida sea muy inferior y el consumo sea de solo 300 kWh por habitante,
la bombilla sólo duraría unos 12 días encendida.
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Por lo tanto, existe una estrecha relación entre el consumo de electricidad y la riqueza de los ciudadanos de un país.
Así pues, los habitantes de los países ricos consumirán más energía porque sus habitantes
podrán pagarla mientras que en los países
menos desarrollados solo consumirán energía eléctrica aquellos habitantes que puedan pagarla,
el resto deberá acudir a otro tipo de fuente de energía.
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