314 sentido en otras épocas; pero de un modo muy inferior lo de antes. En esta vez me parecía, como que, en el momento de la cosa, entendía lo que pasaba, o a lo menos no sentía necesidad de entenderlo. Después me he corrido y como avergonzado de esto. Así he podido comprender o concebir cómo en el cielo el misterio cons- tituirá nuestro goce, sin vacío por no abarcarlo en toda su grandeza, ni comprenderlo. Cualquier pena es un pedacito de cruz ¿Cómo haya yo correspondido a esta tan excelente gracia? No lo sé. Sólo afirmo que mil infidelidades e imperfecciones han llenado mi vida, antes y después de ella. Por ejemplo, en el mismo año, encuentro propósi- tos como éstos: Emprender un bordado para llenar los tiempos que me deje la enseñanza. No rehuir las visitas de la señora X. Trabajar por adelantar en el amor a la cruz. Bien recuerdo lo que motivó el recuerdo de estos propósitos: que la señora hablaba muy despacio y me fatigaba su conversación, por lo cual, me excusaba de recibirla. En esto me parece que faltaba a la mortificación y a la caridad sobre todo. Referente al último propósito, encuentro esto: Cualquier pena es un pedacito de la cruz que Dios me pone y debo amarla. Por eso repetiré cuando algo me contraríe: - Pedacito de cruz, yo te abrazo con amor y quisiera ingerirte en mi alma. Estás impregnada de la sangre de mi Señor y eso es lo que amo en ti. Quise servir hasta para rueda de carro En 1908 encuentro este propósito: Proponer al padre Henao 51 el establecimiento de la adoración nocturna para las mujeres, para conseguir de Dios los medios necesarios, para ir a 51 HENAO ECHAVARRIA DOMINGO ANTONIO. Hijo de Domingo Henao y Eugenia Echavarría, hermano de Marianita Echavarría de Upegui, abuela de Laura Montoya. Nació en Ebéjico (1868) Después de desempeñar varios cargos fue párroco de la Iglesia de la Vera Cruz. Murió en Sonsón (1935) Capítulo XX. Cualquier pena es un pedacito de cruz - Quise servir...