las líneas telegráficas, telefónicas y ferrocarrileras. La primera máquina ocupada por los huelguistas fue la del tren local, que salía bien temprano en la mañana, a las 06:15 horas, de la Estación de Ciénaga para las plantaciones bananeras. La multitud en número superior a mil personas, una vez el maquinista encendió el tren, se exasperó, impidiendo que saliera, apagándola inmediatamente y apoderándose de ella. Lo mismo se hizo con el tren que una hora más tarde debería salir para Santa Marta y de forma consecutiva fueron haciendo lo mismo con los trenes que iban llegando de Santa Marta, tanto el ordinario como el de carga. Para el lunes 3 de diciembre los periódicos locales y regionales anunciaban terribles noticias sobre el estado del conflicto de las bananeras: “La situación de la Huelga de las bananeras es hoy más grave que nunca” 35 . Lo anterior fue producto de la exacerbación popular debido a un decreto de la Gobernación del departamento del Magdalena donde solicitaba nuevos contingentes de tropa militar para acallar a los manifestantes. Éste decreto expedido por el Ejecutivo consistía en prohibir cualquier tipo de reuniones, so pena de incurrir en actos que atentaban contra la legitimidad y estabilidad del Estado departamental y las decisiones de gobierno y servicio público de sus mandatarios 36 . Tal medida produjo un profundo furor en los habitantes de la Zona Bananera, y más porque a raíz de esta norma, el sábado 1 de diciembre en horas de la noche, los soldados, en asocio con la policía local, detuvieron en Ciénaga a siete individuos por encontrase reunidos. La justificación de estas capturas, según miembros de la Policía, fue porque se les había encontrado documentos comprometedores de una campaña esencialmente comunista 37 . Entre los presos sindicados de comunista se encontraban los señores de apellido Montenegro y Solano, quienes eran considerados como destacados trabajadores. De igual forma, el domingo 2 de diciembre en horas de la mañana, también fue detenido por el mismísimo general Cortés el conocido líder obrero Álvaro Girón por habérsele sorprendido arrancando de las paredes el decreto que horas antes había expedido el Dr. Núñez Roca, gobernador del departamento 38 . Era tal la magnitud del conflicto, que los diplomáticos norteamericanos, preveían una represalia por parte de los manifestantes hacia los trabajadores de nacionalidad estadounidense que laboraban directamente con la compañía multinacional y residían en las estaciones ferrocarrileras de la Zona Bananera y en el barrio el Prado de Santa Marta; hasta el punto que el Gobierno de los Estados Unidos envió un barco para el puerto de Santa Marta, única y exclusivamente con la intensión de refugiar a los trabajadores norteamericanos en caso de emergencia. Hecho que fue confirmado por el mismo Embajador de los Estados Unidos, quien en una declaración que hiciera en Bogotá sobre el tema, manifestó que en Santa Marta sí había un buque a la espera de los acontecimientos, pero que no era un crucero de guerra, sino un barco mercante. No obstante, se pudo comprobar que en los muelles de los puertos de Santa Marta y Ciénaga si habían atracados barcos de guerra, es el caso del cañonero denominado Colombia que atracó en Ciénaga- incluso días antes de la masacre- con todo su poderío armamentista para 35 La Prensa, Nº 247, Barranquilla, lunes 3 de diciembre de 1928, f. 5a. 36 La Prensa, Nº 248, Barranquilla, martes 4 de diciembre de 1928, f. 5a. 37 Aquí se legitiman los actos bárbaros del Gobierno a partir del uso, competencia y funciones del aparato administrativo del Estado y sus instituciones. Ver claramente esta postura en North, Douglas, Instituciones, cambio institucional y desempeño económico, Fondo de Cultura Económica, México, 1993 y en Kalmanovitz, Salomón, Las Instituciones y el Desarrollo Económico en Colombia, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2001. 38 La Prensa, Nº 248, Barranquilla, martes 4 de diciembre de 1928, f. 5a.