En su cuento de ciencia-ficción “La última pregunta” (1956), Isaac Asimov narra cómo una computadora extremadamente poderosa, llamada Multivac, ha encontrado la manera de almacenar y aprovechar los rayos del Sol directamente como fuente de energía. Pocos días después de este gran acontecimiento, dos técnicos encargados del mantenimiento de Multivac tienen, a grandes rasgos, la siguiente conversación:
Adell: ¡Es increíble! ¡Toda la energía que podamos necesitar, para siempre y siempre y siempre!
Lupov: No para siempre.
Adell: Bueno, prácticamente para siempre. Hasta que se apague el Sol.
[Silencio]
Lupov: Estás pensando que, cuando se muera el Sol, simplemente usaremos otro sol, ¿verdad?
Adell: No… Ya lo sé, cuando se apague el Sol, las demás estrellas se habrán apagado también.
Lupov: No lo dudes ni tantito. Todo empezó con la gran explosión cósmica y todo terminará cuando se mueran las estrellas. Algunas morirán más pronto que otras. El Sol durará unos 10 mil millones de años y quizá las estrellas más pequeñas aguantarán hasta 200 mil millones de años. Pero sólo espera un billón de años y todo estará oscuro. La entropía tiene que incrementar al máximo, eso es todo.
Al final de la discusión, los dos hombres deciden formularle a Multivac la siguiente pregunta: “¿Cómo se puede reducir de manera masiva la cantidad de entropía en el Universo?”
Después de unos largos momentos de silencio, Multivac les contesta: “INSUFICIENTES DATOS PARA UNA RESPUESTA SIGNIFICATIVA”.