347 Artefactos y textos... scientiæ zudia, São Paulo, v. 6, n. 3, p. 345-57, 2008 ción adecuada de un texto recaen en lo que Wimsatt y Beardsley (1954) han llamado “falacia intencional” (intentional fallacy) (cf. Chambers, 2005). Ciertamente esta mo- dalidad de análisis criticada por dichos autores puede remontarse hasta el siglo xix, más precisamente a la hermenéutica de F. Schleiermacher. Para éste, el acceso a la intención o contenido de conciencia del autor asegura la captación del “verdadero” significado del texto. 2 Ciertamente esta posición crítica hacia la falacia intencional no rechaza la existencia de contenidos de conciencia en el autor empírico de un escri- to, sino que cuestiona la relevancia de tales “hechos profundos” para la determinación del significado de los textos. 3 Como bien sugiere Dennett, aun si fuera posible hallar una descripción de la representación de la intención del agente codificada en “men- talés” tal información neurológica no sería relevante para determinar el significado de un texto. 4 Ahora bien, desplazando esta crítica al territorio de la interpretación de objetos técnicos, Dennett entiende que el inventor o diseñador no puede ser considerado como el árbitro que define lo que un artefacto es, o para qué sirve. Los usuarios son quienes tienen a cargo esa tarea. De hecho el inventor no es más que un usuario singular, sólo circunstancialmente privilegiado en su conocimiento de las funciones y usos de su pro- pia invención. De allí que si otros usuarios logran hallar mejores usos, sus intenciones poseen sólo un interés meramente histórico. Al respecto escribe Dennett: [E]l “usuario” no es más privilegiado que el autor. E incluso aunque el autor “se- leccione” un diseño de “utilidad” actual, la utilidad puede cambiar, y el usuario no es omnisciente (Dennett, 1990, p. 189). De este modo, ningún elemento valorativo expresado por el diseñador (por ejem- plo, a través de una autobiografía u otro tipo de exposición), ninguna remisión a sus intenciones resulta una estrategia suficientemente poderosa para dar por concluida la cuestión del significado de un artefacto. En la hermenéutica dennettiana las intencio- 2 En este aspecto particular la concepción schleiermacheriana implica, al menos, dos aporías: (a) suponer que exis- ta un único significado “verdadero” del texto apropiable a través de algún tipo de medio, y (b) creer que tal signifi- cación se alcanza exclusivamente a partir de una remisión a las intenciones del autor (es decir, de una remisión a sus contenidos de conciencia). Sobre el carácter representativo de Schleiermacher en cuanto a esta orientación herme- néutica, véase Ferraris, 2002, especialmente p. 108 ss. 3 En el mismo sentido Umberto Eco afirma: “En el caso de los textos en ciertas ocasiones tiene sentido recurrir al autor empírico pero lo cierto es que su respuesta no puede usarse para validar las interpretaciones de su texto, sino para mostrar las discrepancias entre la intención del autor y la intención del texto” (1995, p. 69). 4 En una dirección semejante, Ricoeur sostiene que “comprender un texto no significa reunirse con el autor [...]. Si el significado objetivo es algo distinto de la intención subjetiva del autor [...] ya no se puede resolver el problema de la comprension correcta mediante un simple regreso a la supuesta intención del autor” (2001, p. 184).